La clave está en un agente antioxidante "más potente y estable a altas temperaturas" que los hasta ahora conocidos, explicó a Efe la autora del hallazgo, Orit Bossi, investigadora de la Facultad de Agricultura de la Universidad Hebrea de Jerusalén, ubicada en la localidad de Rehovot, en el centro de Israel.
Consciente del potencial comercial de su hallazgo, Bossi calla el nombre de esta "planta milagrosa" hasta que se acepte su patente.
Según la investigadora, los actuales productos cosméticos contra los efectos del envejecimiento se oxidan rápidamente y se vienen abajo con el calor, por lo que el paso del tiempo reduce su eficacia.
Es también el caso de los antioxidantes que se comercializan en píldoras a base de vitaminas C, E o el ingrediente activo del té verde (EGCG).
En cambio, el agente que ha logrado aislar Bossi es "soluble en el agua y de oxidación más lenta", por lo que "inhibe la formación de arrugas y mantiene su eficacia durante más tiempo", dice la investigadora.
Además, "actúa sobre las capas más profundas de la piel y no sólo sobre la epidermis", como las actuales cremas cosméticas, agrega.
"Tiene un auténtico potencial contra el envejecimiento", sentencia orgullosa.
Bossi no aspira, por tanto, a crear el enésimo cosmético que combata las sempiternas arrugas actuando sobre la epidermis, sino un nuevo producto que trabaje sobre las capas más profundas de la piel.
Esta bioquímica de formación se encarga de matizar que ´su´ antioxidante "retarda la formación de arrugas, pero, como ninguna sustancia en el mundo, la inhibe por completo, porque no se puede detener la acción de la Naturaleza".
El agente reduce el efecto dañino en la piel de los radicales libres, moléculas altamente reactivas que atacan el material genético de las células cuando aumenta su número.
Cuando están presentes en el cuerpo humano en pequeñas cantidades, los radicales libres no sólo no son nocivos, sino que participan en diversos procesos fisiológicos.
Sin embargo, si su número aumenta, contribuyen al descenso de determinadas moléculas proteicas, como el colágeno o la elastina, que confieren elasticidad a la piel y evitan la aparición de arrugas.
Bossi llegó a estas conclusiones tras exponer una serie de ratones de laboratorio a los rayos ultravioletas del sol, algunos de ellos tras inyectarles el agente antioxidante.
Los ratones expuestos sin la sustancia desarrollaron un importante aumento de radicales libres, al contrario que el grupo que había recibido el agente aislado por Bossi.
La investigadora calla el nombre de la sustancia hasta que logre comercializarla y se limita a decir que no está en un vegetal particular de Israel u Oriente Medio, sino en una planta que crece "en todo el mundo".
Bossi, cuya tesis doctoral está centrada en la lucha contra los síntomas del envejecimiento, elaboró su investigación bajo la supervisión del catedrático de Agricultura Bioquímica de la Universidad Hebrea Zecharia Madar y del profesor Shlomo Grossman, de la Universidad Bar Ilan de Ramat Gan, a las afueras de Tel Aviv.
Ahora estudia "en paralelo" la posible aplicación de este extracto al tratamiento de enfermedades cerebrales degenerativas.
Fuente: Terra
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