Tanto si nota a su hijo hiperactivo, como si lo observa poco tolerante, inseguro o baja su rendimiento escolar podría estar estresado. Una profesional dijo a Infobae.com que los padres deben "no estar encima, pero sí atentos"
"El estrés es una respuesta automática y natural del cuerpo frente a situaciones que le provocan miedo o amenaza; es la manera en que reacciona frente a lo que lo 'desborda' (exceso de actividades, de estudio)". Así de simple lo definió la licenciada en Psicología y Psicopedagogía Alejandra Libenson.Así de complejas de manejar resultan esas respuestas muchas veces. Y ¿qué hacer si quien las experimenta es un niño?
Para la responsable del departamento de Crianza de Halitus Instituto Médico, todos podemos tener estrés. Lo que ocurre es que si toda la energía del cuerpo se pone en alerta frente a determinada situación o, peor, si ese estado se cronifica y no se puede transitar la vida con tranquilidad "es preocupante".
Irritabilidad, mal humor, enojo permanente, poca tolerancia a los límites, cambio en hábitos y rutinas son sólo algunos de los síntomas que un niño "muestra" para expresar que está estresado. "Algunos lo viven 'para adentro' y no parece estrés (no al modo socialmente esperable), porque lo que se observa es que el menor no juega, está triste", especificó la profesional, quien diferenció que "el estrés puede manifestarse como algo explosivo o todo lo contrario: personas que se 'meten para adentro', se muestran vulnerables, inseguras".
Como suele ocurrir en esto de tratar con seres humanos, Libenson destacó que "cada caso es único y diferente", a lo que agregó: "Lo que hay que repasar son las rutinas y hábitos del niño; evaluar si está sobrecargado, si pese a llevar una aparente vida tranquila todo le demanda mucha energía".
"Sin evaluar el contexto es imposible detectar algo", consideró la profesional, que este viernes presentará su libro Criando hijos, creando personas, en la librería Galerna, a las 19.
A la hora de descubrir signos de estrés, Libenson remarcó que "lo que primero aparece generalmente son dificultades en el rendimiento escolar", por lo que el comienzo de la escolaridad (6 años) suele ser el momento en que se manifiesta un niño estresado.
En ese sentido, la profesional aseguró: "Ser un buen alumno no es equivalente a ser buen hijo", al tiempo que criticó a los padres que "exigen por demás".
Prestar atención si el menor duda de hacer las cosas que hacía, si perdió la sonrisa, preguntarle si le pasa algo, si algo lo preocupa será una forma de ayudarlo a "poner en palabras lo que le pasa".
Respecto a la manera de tratar a un niño con estas características, Libenson aseguró que un tratamiento que brinde orientación "a la familia y la escuela" resulta enriquecedor y que "ver qué necesita el menor, darle más tiempo para hacer las cosas, así como que note una mayor disponibilidad de sus padres" ayudará.
Consultada acerca de si un niño estresado será un adulto con problemas psiquiátricos de ese tipo, la profesional aseguró que si se lo trata a tiempo y se trabaja para que pueda convivir con esas características y las maneje, podrá aprender a "protegerse de lo que lo altera".
"La personalidad de base tiene ciertas características y habrá que ayudar al menor a conocerse para convivir con esos sentimientos", recalcó Libenson, para quien es esencial "registrar qué produce malestar para lograr el conocimiento de uno mismo".
Así es que se podrán llegar a prevenir o anticipar las situaciones que hacen daño: "Un papá de un niño que tiende a estresarse deberá darle tiempo para 'metabolizar' los cambios que lo puedan afectar", dijo la profesional, para quien anunciar al menor si tiene que operarse, mudarse, ir al dentista será beneficioso para él.
"Se trata de paradigmas de la época; es cultural. Tiene que ver con la vorágine de que uno es si hace", puntualizó la mujer respecto de que cada vez sean más (y más pequeñas) las personas que sufren este tipo de patologías.
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