Las dietas mediterráneas son consideradas hoy un modelo de dietas saludables.
Las investigaciones demuestran que los países del sur de Europa tienen menores tasas de mortalidad cardiovascular y mejores expectativas de vida que los países del norte de Europa y Estados Unidos.
La investigación científica actual indica que los antioxidantes, provenientes de las frutas, las verduras, el vino y el aceite de oliva, y los ácidos grasos omega-3, del pescado y los vegetales, son los que encierran el secreto de las bondades de las dietas mediterráneas.
La clave está en el tipo de grasa más que en la cantidad consumida: la dieta occidental, como la de EE.UU., es rica en grasas saturadas, mientras que las dietas mediterráneas son ricas en monoinsaturados.
Componentes y hábitos alimentarios característicos de las dietas mediterráneas
Frutas y verduras en abundante cantidad.
Alimentos frescos mínimamente procesados.
Aceite de oliva como principal fuente de grasa.
Cereales, principalmente, pan y pastas, a diario.
Legumbres, semillas, nueces y frutos secos, diariamente.
Productos lácteos, principalmente fermentados, yoghurt y quesos, consumidos todos los días en moderada cantidad.
Huevos: 1-4 por semana.
Pescado: consumo moderado (2-4 veces por semana).
Ave: consumo moderado (2-4 veces por semana).
Carnes rojas: consumo en pequeña cantidad o algunas veces al mes.
Vino: consumo moderado (1 a 2 copas al día) y en forma regular, principalmente, con las comidas.
Uso habitual de especias y condimentos variados como limón, vinagre, ajo hierbas aromáticas, menta, orégano, canela, etc.
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