Según un estudio, las personas que quieren disminuir su riesgo de cáncer de colon deberían comenzar a ejercitar más y a reducir el consumo de carne roja y alcohol, además de no fumar
Estas medidas serían opciones clave de estilo de vida para prevenir los tumores, según reveló el análisis, que observó más de 100 investigaciones previas sobre los factores de riesgo del cáncer de colon.
En general, hallaron los expertos, el elevado consumo de carne roja y procesada, el tabaquismo, la obesidad y la diabetes se relacionaron con un 20 por ciento más de riesgo de padecer cáncer colorrectal. En cambio, las personas que ejercitaban más tenían un 20 por ciento menos de riesgo de sufrir la enfermedad que sus pares sedentarios.
La diabetes tipo 2 está íntimamente ligada a la obesidad y ambas condiciones pueden prevenirse o controlarse mediante una dieta saludable y actividad física, lo que resalta aún más la importancia del estilo de vida en el riesgo de cáncer de colon, indicó el equipo en International Journal of Cancer.
Si bien son muy importantes la dieta y el ejercicio, el consumo de alcohol surgió como el factor más importante, según los investigadores, dirigidos por la doctora Rachel R. Huxley, del Instituto de Salud Internacional George, en Sidney, Australia.
Comparado con los adultos que eran bebedores leves o abstemios, aquellos que tomaban en promedio una copa por día o más tenían un 60 por ciento más riesgo de desarrollar cáncer colorrectal a lo largo de los estudios.
El mensaje clave, dijo Huxley a Reuters Health, es que "el cáncer colorrectal es una enfermedad de estilo de vida y que modificar las conductas inapropiadas ahora -como reducir el consumo de alcohol, dejar de fumar y bajar de peso- tiene el potencial de disminuir sustancialmente el riesgo de una persona de padecerla".
La experta añadió que esto sería cierto para todos los adultos, incluidos los que tienen mayor riesgo debido a antecedentes familiares de la condición. Un informe del 2007 de la Fundación Mundial de Investigación del Cáncer concluyó que había evidencia "convincente" de que la obesidad y el elevado consumo de carne roja y alcohol contribuyen al cáncer de colon, indicó el equipo de Huxley.
Si bien los estudios sobre tabaquismo y diabetes han sido menos consistentes, los autores reconocen en el presente trabajo que muchas conductas -como fumar, beber alcohol, ser sedentario, alimentarse mal- suelen darse en conjunto, haciendo que sea difícil medir la conducta individual.
Los resultados actuales, escribió el equipo, sugieren que el tabaquismo y la diabetes son tan importantes en el riesgo de cáncer de colon como la obesidad y la ingesta de carne roja.
lunes, 20 de julio de 2009
Seguir una dieta baja en calorías alargaría la expectativa de vida
Un trabajo norteamericano con monos sugiere, con algunas reservas, que las personas podrían alejar las enfermedades de la vejez y extender su expectativa de vida siguiendo una dieta especial
La dieta de restricción calórica tiene todos los ingredientes normales de una dieta, pero 30% menos de calorías que la usual. Se sabe desde hace mucho que ratones alimentados de esa forma desde el nacimiento viven hasta 40% más que los alimentados normalmente.
Hace más de veinte años, se iniciaron dos estudios en monos rhesus para averiguar si los primates responden a la restricción calórica de la misma forma que los roedores. Dado que estos primates viven entre 27 y 40 años, los experimentos requieren mucha paciencia.
Los investigadores, Ricki J. Colman y Richard Weindruch de la Universidad de Wisconsin, afirman que 20 años después de iniciar el experimento los monos alimentados con una dieta de restricción calórica están mostrando muchas señales benéficas, incluyendo disminución de diabetes, cáncer y enfermedades cardíacas y cerebrales.
Los críticos, sin embargo, todavía no aceptan que el estudio en rhesus pruebe que la restricción calórica funciona en primates. Si prolongara la vida, tendría que haber habido significativamente menos muertes en el grupo dietante que en el control. Pero no es el caso. A pesar de que murieron menos monos entre los que comieron menos, la cifra no es estadísticamente significativa según informa el diario La Nación.
Los investigadores de Wisconsin dicen que algunas de las muertes no se produjeron por envejecimiento y, por lo tanto, podrían excluirse.
La dieta de restricción calórica tiene todos los ingredientes normales de una dieta, pero 30% menos de calorías que la usual. Se sabe desde hace mucho que ratones alimentados de esa forma desde el nacimiento viven hasta 40% más que los alimentados normalmente.
Hace más de veinte años, se iniciaron dos estudios en monos rhesus para averiguar si los primates responden a la restricción calórica de la misma forma que los roedores. Dado que estos primates viven entre 27 y 40 años, los experimentos requieren mucha paciencia.
Los investigadores, Ricki J. Colman y Richard Weindruch de la Universidad de Wisconsin, afirman que 20 años después de iniciar el experimento los monos alimentados con una dieta de restricción calórica están mostrando muchas señales benéficas, incluyendo disminución de diabetes, cáncer y enfermedades cardíacas y cerebrales.
Los críticos, sin embargo, todavía no aceptan que el estudio en rhesus pruebe que la restricción calórica funciona en primates. Si prolongara la vida, tendría que haber habido significativamente menos muertes en el grupo dietante que en el control. Pero no es el caso. A pesar de que murieron menos monos entre los que comieron menos, la cifra no es estadísticamente significativa según informa el diario La Nación.
Los investigadores de Wisconsin dicen que algunas de las muertes no se produjeron por envejecimiento y, por lo tanto, podrían excluirse.
El ejercicio, una de las claves para tener una mirada positiva
Un reciente estudio realizado en Finlandia reveló que los hombres más activos tendrían una mirada más positiva sobre la vida. Cómo la actividad física influye en el sentimiento de esperanza
El equipo de Maarit Valtonen, del Hospital Universitario de Kuopio, halló que los hombres que hacían menos de una hora semanal de actividad física moderada o intensa eran un 37% más propensos a decir que tenían sentimientos de desesperanza que aquellos que hacían por lo menos 2,5 horas de ejercicio por semana.
La sensación de desesperanza está asociada con una peor calidad de salud cardíaca y un mayor riesgo de morir, independientemente de los efectos de la depresión.
Para investigar si el ejercicio reduciría la desesperanza, como demostró hacerlo con la depresión, el equipo encuestó a 2.428 hombres de entre 42 y 60 años sobre el estado anímico y los niveles de ejercicio y probó sus niveles de aptitud física.
Los participantes que tenían los niveles más altos de desesperanza tenían "características más pronunciadas" de síndrome metabólico, que es un conjunto de síntomas que aumenta el riesgo de enfermedad cardíaca y diabetes tipo 2.
Además, ellos eran menos activos y tenían menor aptitud física. Los hombres que hacían por lo menos 2,5 horas de actividad moderada por semana eran significativamente menos propensos a sentir desesperanza que los que hacían ejercicio una hora o menos por semana y esa asociación se mantuvo aún tras ajustar factores como la edad, el nivel socioeconómico, el tabaquismo y otros.
La actividad física intensa tuvo un efecto especialmente importante. Tras ajustar el dato de la depresión, la relación entre la desesperanza y la actividad física se mantuvo. Pero mientras que los bajos niveles de aptitud física también estaban asociados con una mayor probabilidad de sentir desesperanza, un nuevo análisis halló que la depresión era el factor causal.
Los autores señalaron que muchas personas, incluidas las que no están deprimidas ni tienen enfermedades mentales, sienten desesperanza. El nuevo estudio, opinaron, sugiere que la "desesperanza y la depresión estarían superpuestas, aunque son entidades distintas".
Los resultados sugieren también que estar activo ayuda a "reducir o proteger de sentimientos de desesperanza" aún cuando la aptitud física de una persona no mejore.
El equipo de Maarit Valtonen, del Hospital Universitario de Kuopio, halló que los hombres que hacían menos de una hora semanal de actividad física moderada o intensa eran un 37% más propensos a decir que tenían sentimientos de desesperanza que aquellos que hacían por lo menos 2,5 horas de ejercicio por semana.
La sensación de desesperanza está asociada con una peor calidad de salud cardíaca y un mayor riesgo de morir, independientemente de los efectos de la depresión.
Para investigar si el ejercicio reduciría la desesperanza, como demostró hacerlo con la depresión, el equipo encuestó a 2.428 hombres de entre 42 y 60 años sobre el estado anímico y los niveles de ejercicio y probó sus niveles de aptitud física.
Los participantes que tenían los niveles más altos de desesperanza tenían "características más pronunciadas" de síndrome metabólico, que es un conjunto de síntomas que aumenta el riesgo de enfermedad cardíaca y diabetes tipo 2.
Además, ellos eran menos activos y tenían menor aptitud física. Los hombres que hacían por lo menos 2,5 horas de actividad moderada por semana eran significativamente menos propensos a sentir desesperanza que los que hacían ejercicio una hora o menos por semana y esa asociación se mantuvo aún tras ajustar factores como la edad, el nivel socioeconómico, el tabaquismo y otros.
La actividad física intensa tuvo un efecto especialmente importante. Tras ajustar el dato de la depresión, la relación entre la desesperanza y la actividad física se mantuvo. Pero mientras que los bajos niveles de aptitud física también estaban asociados con una mayor probabilidad de sentir desesperanza, un nuevo análisis halló que la depresión era el factor causal.
Los autores señalaron que muchas personas, incluidas las que no están deprimidas ni tienen enfermedades mentales, sienten desesperanza. El nuevo estudio, opinaron, sugiere que la "desesperanza y la depresión estarían superpuestas, aunque son entidades distintas".
Los resultados sugieren también que estar activo ayuda a "reducir o proteger de sentimientos de desesperanza" aún cuando la aptitud física de una persona no mejore.
miércoles, 1 de julio de 2009
Comer sin control antes de ir a dormir, un nuevo trastorno de alimentación
A los ya conocidos bulimia, anorexia, y el más reciente trastorno por atracón, los profesionales que trabajan con pacientes que padecen este tipo de trastornos de alimentación detectaron uno desconocido, propio del momento en que disminuye la actividad del día y la persona se queda sola y necesitada de tomar decisiones o resolver conflictos.
El licenciado en Psicología Luis Mazzón (MN 44878) integra el Grupo Arcis, que trata este tipo de desórdenes alimenticios y explicó a Infobae.com que este mecanismo de búsqueda de una gratificación suele corresponderse con ciertos factores externos denominados "estresores", que se imponen como imperativos y de los cuales es difícil escapar, dado que lo único que fomentan es insatisfacción, ansiedad, baja autoestima, desórdenes alimentarios y depresión, entre otros cuadros significativos.
¿Qué hace que una persona sea comedor nocturno?
El síndrome se caracteriza por presentar: * Anorexia matutina: Estos pacientes suelen no tener hambre por la mañana, casi nunca desayunan y retrasan la primera comida del día.
* Hiperfagia nocturna: Ingieren grandes cantidades de alimentos sin ningún control por la noche, consumiendo más del 35% de las calorías diarias después de la cena.
* Insomnio: Las personas tiene dificultad para conciliar el sueño o interrupción frecuente del mismo. Durante estos episodios el individuo no sólo siente la necesidad de comer, sino además que no puede conciliar el sueño de nuevo si no ingiere algún alimento.
Es un problema que afecta al 1,5% de la población y en mayor proporción a las mujeres que a los hombres.
El síndrome se relaciona con episodios de vida estresantes y una variedad de condiciones que afectan la calidad de vida.
¿Cuál es la diferencia con otros trastornos de alimentación?
El Síndrome de Comedores Nocturnos (SCN) es un desorden alimentario, diferente a la anorexia, la bulimia o los comedores compulsivos. Se diferencia de los dos últimos trastornos en la frecuencia y cantidad de la ingesta, particularmente en horario nocturno. En el caso de los pacientes comedores compulsivos, éstos se levantan muy pocas veces por la noche para comer. Por otra parte la ingesta calórica de los pacientes con Síndrome de Comedores Nocturno es mucho menor que en los pacientes con bulimia o trastorno por atracón, los cuales pueden llegar a comer durante un atracón entre 2.000 y 3.000 calorías.
¿Cómo y cuánto hace que se conoce este síndrome?
Este síndrome fue descrito por primera vez por el doctor Albert Stunkard en 1955, profesor de Psiquiatría de la Universidad de Pennsylvania y director del Programa de Trastornos de Alimentación, en un estudio que realizó para determinar el comportamiento alimentario en pacientes con obesidad que presentaron resistencia al tratamiento para disminuir de peso.
¿La gente consulta por esto o lo vive como normal?
La mayoría de las personas desconocen este desorden, pero consultan por los sentimientos de culpa que conlleva comer descontroladamente por la noche, por el nivel de estrés con el cual viven, por la ansiedad que padecen y por síntomas depresivos que acentúan dicha problemática.
Las situaciones que más se asocian como desencadenantes de estrés en estos pacientes incluyen conflictos familiares, ruptura de relaciones sentimentales, y aislamiento socio-emocional.
También se observa en estos pacientes un descenso de su autoestima, un incremento de sentimientos relacionados al descontrol y la utilización de la comida como un ansiolítico que permite la conciliación el sueño, quedando presos de ese mecanismo disfuncional.
¿Cuándo la "ansiedad de algo dulce después de cenar" se vuelve desorden?
Que se transforme en un desorden dependerá de la cantidad de calorías consumidas después de la cena (estas personas suelen consumir aproximadamente el 35% de las calorías diarias una vez finalizada la última comida del día) y de la continuidad de la problemática en el tiempo (por lo menos 3 semanas). Estas comidas nocturnas se caracterizan por ser ricas en carbohidratos y alimentos muy energéticos como galletas, chocolate o papas fritas. El patrón de alimentación en éstos pacientes implica un mecanismo compensatorio para restaurar la interrupción del sueño a diferencia de otras personas que pueden llegar a comer algo dulce eventualmente.
¿Qué consecuencias trae? ¿Por qué habría que tratarlo?
Cuantos más altos son los niveles de ansiedad y de depresión de estos pacientes, mayores son sus deseos de ingerir alimentos que les permitan conciliar el sueño y escaparse de su sufrimiento, se podría decir que estas personas utilizan la comida como antidepresivos o ansiolíticos buscando de esa manera un alivio para su malestar.
La imposibilidad de realizar un tratamiento adecuado y conectarse con las verdaderas fuentes de su sufrimiento, acarrean que este síndrome se instaure y se vuelva crónico.
¿En qué consiste el tratamiento?
Los profesionales de Grupo Arcis abordamos esta y otras problemáticas de manera interdisciplinaria, contemplando las características particulares de cada persona. A su vez, consideramos necesario realizar el correcto diagnóstico de los pacientes con Síndrome de Comedores Nocturnos para luego decidir el formato de tratamiento, siendo fundamental el trabajo psicológico para modificar los hábitos, las conductas y emociones asociadas, las modificaciones del ambiente y la desarticulación de los mecanismos disfuncionales utilizados por éstos pacientes.
El licenciado en Psicología Luis Mazzón (MN 44878) integra el Grupo Arcis, que trata este tipo de desórdenes alimenticios y explicó a Infobae.com que este mecanismo de búsqueda de una gratificación suele corresponderse con ciertos factores externos denominados "estresores", que se imponen como imperativos y de los cuales es difícil escapar, dado que lo único que fomentan es insatisfacción, ansiedad, baja autoestima, desórdenes alimentarios y depresión, entre otros cuadros significativos.
¿Qué hace que una persona sea comedor nocturno?
El síndrome se caracteriza por presentar: * Anorexia matutina: Estos pacientes suelen no tener hambre por la mañana, casi nunca desayunan y retrasan la primera comida del día.
* Hiperfagia nocturna: Ingieren grandes cantidades de alimentos sin ningún control por la noche, consumiendo más del 35% de las calorías diarias después de la cena.
* Insomnio: Las personas tiene dificultad para conciliar el sueño o interrupción frecuente del mismo. Durante estos episodios el individuo no sólo siente la necesidad de comer, sino además que no puede conciliar el sueño de nuevo si no ingiere algún alimento.
Es un problema que afecta al 1,5% de la población y en mayor proporción a las mujeres que a los hombres.
El síndrome se relaciona con episodios de vida estresantes y una variedad de condiciones que afectan la calidad de vida.
¿Cuál es la diferencia con otros trastornos de alimentación?
El Síndrome de Comedores Nocturnos (SCN) es un desorden alimentario, diferente a la anorexia, la bulimia o los comedores compulsivos. Se diferencia de los dos últimos trastornos en la frecuencia y cantidad de la ingesta, particularmente en horario nocturno. En el caso de los pacientes comedores compulsivos, éstos se levantan muy pocas veces por la noche para comer. Por otra parte la ingesta calórica de los pacientes con Síndrome de Comedores Nocturno es mucho menor que en los pacientes con bulimia o trastorno por atracón, los cuales pueden llegar a comer durante un atracón entre 2.000 y 3.000 calorías.
¿Cómo y cuánto hace que se conoce este síndrome?
Este síndrome fue descrito por primera vez por el doctor Albert Stunkard en 1955, profesor de Psiquiatría de la Universidad de Pennsylvania y director del Programa de Trastornos de Alimentación, en un estudio que realizó para determinar el comportamiento alimentario en pacientes con obesidad que presentaron resistencia al tratamiento para disminuir de peso.
¿La gente consulta por esto o lo vive como normal?
La mayoría de las personas desconocen este desorden, pero consultan por los sentimientos de culpa que conlleva comer descontroladamente por la noche, por el nivel de estrés con el cual viven, por la ansiedad que padecen y por síntomas depresivos que acentúan dicha problemática.
Las situaciones que más se asocian como desencadenantes de estrés en estos pacientes incluyen conflictos familiares, ruptura de relaciones sentimentales, y aislamiento socio-emocional.
También se observa en estos pacientes un descenso de su autoestima, un incremento de sentimientos relacionados al descontrol y la utilización de la comida como un ansiolítico que permite la conciliación el sueño, quedando presos de ese mecanismo disfuncional.
¿Cuándo la "ansiedad de algo dulce después de cenar" se vuelve desorden?
Que se transforme en un desorden dependerá de la cantidad de calorías consumidas después de la cena (estas personas suelen consumir aproximadamente el 35% de las calorías diarias una vez finalizada la última comida del día) y de la continuidad de la problemática en el tiempo (por lo menos 3 semanas). Estas comidas nocturnas se caracterizan por ser ricas en carbohidratos y alimentos muy energéticos como galletas, chocolate o papas fritas. El patrón de alimentación en éstos pacientes implica un mecanismo compensatorio para restaurar la interrupción del sueño a diferencia de otras personas que pueden llegar a comer algo dulce eventualmente.
¿Qué consecuencias trae? ¿Por qué habría que tratarlo?
Cuantos más altos son los niveles de ansiedad y de depresión de estos pacientes, mayores son sus deseos de ingerir alimentos que les permitan conciliar el sueño y escaparse de su sufrimiento, se podría decir que estas personas utilizan la comida como antidepresivos o ansiolíticos buscando de esa manera un alivio para su malestar.
La imposibilidad de realizar un tratamiento adecuado y conectarse con las verdaderas fuentes de su sufrimiento, acarrean que este síndrome se instaure y se vuelva crónico.
¿En qué consiste el tratamiento?
Los profesionales de Grupo Arcis abordamos esta y otras problemáticas de manera interdisciplinaria, contemplando las características particulares de cada persona. A su vez, consideramos necesario realizar el correcto diagnóstico de los pacientes con Síndrome de Comedores Nocturnos para luego decidir el formato de tratamiento, siendo fundamental el trabajo psicológico para modificar los hábitos, las conductas y emociones asociadas, las modificaciones del ambiente y la desarticulación de los mecanismos disfuncionales utilizados por éstos pacientes.
Los alimentos que alargan la vida
Avances en la medicina antiaging demuestran que existen alimentos que aceleran el envejecimiento y otros que lo retardan. Sepa qué incluir en su dieta para mejorar su calidad de vida
Un estudio realizado por investigadores suizos descubrió las propiedades del orégano para el tratamiento de la inflamación crónica. El profesor doctor Andreas Zimmer, de la Universidad de Bonn, y el doctor Jurg Gertsch, de la Universidad ETH Zurich, demostraron que el orégano contiene un ingrediente activo -betacaryophyllin (E-BCP)- que inhibe la inflamación de los tejidos y articulaciones, y la degeneración ósea.
Según la investigación, que fue publicada en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos (en inglés, Proceedings of National Academy of Sciences), al ingerir orégano se puede lograr la remisión de la inflamación hasta en el 70% de los casos.
A este hallazgo se suman los avances de la medicina antiaging, que demostró que existen alimentos que aceleran el envejecimiento y otros que lo retardan. "Entre los alimentos proenvejecedores o proaging se incluyen aquellos que contienen un alto índice glucémico, debido a que aumentan el nivel de insulina en sangre; otros alimentos que deterioran la salud y promueven el envejecimiento son las grasas trans", explicó el doctor Isaac Jakter, director de la Clínica Jakter Antiaging, que recibió la distinción Doctor Honoris Causa en Salud.
Entre los alimentos proenvejecedores que se deberían minimizar en la dieta se incluyen: azúcar, pan, papas al horno y fritas, arroz cocido, zanahorias cocidas, galletitas, harinas, cereales refinados azucarados, pastas, jugos de frutas, entre otros.
Asimismo, en el grupo de comidas que retardan el envejecimiento, se incluyen aquellos alimentos que estimula la producción de los buenos eicosanoides u hormonas del sistema autócrino, como las carnes blancas magras, el tomate, morrón, verduras de hoja verde, apio, brócoli, manzana, naranja, pera, frutos del bosque, los aceites de oliva y de canola, entre otros.
Un estudio realizado por investigadores suizos descubrió las propiedades del orégano para el tratamiento de la inflamación crónica. El profesor doctor Andreas Zimmer, de la Universidad de Bonn, y el doctor Jurg Gertsch, de la Universidad ETH Zurich, demostraron que el orégano contiene un ingrediente activo -betacaryophyllin (E-BCP)- que inhibe la inflamación de los tejidos y articulaciones, y la degeneración ósea.
Según la investigación, que fue publicada en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos (en inglés, Proceedings of National Academy of Sciences), al ingerir orégano se puede lograr la remisión de la inflamación hasta en el 70% de los casos.
A este hallazgo se suman los avances de la medicina antiaging, que demostró que existen alimentos que aceleran el envejecimiento y otros que lo retardan. "Entre los alimentos proenvejecedores o proaging se incluyen aquellos que contienen un alto índice glucémico, debido a que aumentan el nivel de insulina en sangre; otros alimentos que deterioran la salud y promueven el envejecimiento son las grasas trans", explicó el doctor Isaac Jakter, director de la Clínica Jakter Antiaging, que recibió la distinción Doctor Honoris Causa en Salud.
Entre los alimentos proenvejecedores que se deberían minimizar en la dieta se incluyen: azúcar, pan, papas al horno y fritas, arroz cocido, zanahorias cocidas, galletitas, harinas, cereales refinados azucarados, pastas, jugos de frutas, entre otros.
Asimismo, en el grupo de comidas que retardan el envejecimiento, se incluyen aquellos alimentos que estimula la producción de los buenos eicosanoides u hormonas del sistema autócrino, como las carnes blancas magras, el tomate, morrón, verduras de hoja verde, apio, brócoli, manzana, naranja, pera, frutos del bosque, los aceites de oliva y de canola, entre otros.
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