Tanto para adelgazar como para mantenerse en forma, la actividad física debe acompañar una alimentación saludable. El tipo de entrenamiento, según cada necesidad
Los beneficios del ejercicio aeróbico (caminar, nadar, bailar, andar en bicicleta, entre otros) fueron comprobados por múltiples estudios y, entre los más importantes, se encuentra el entrenamiento cardiovascular y la pérdida de peso dado que favorece un gasto energético importante que dependerá de la actividad, el tiempo que se le dedica y la intensidad con que se la realice.
Recientes investigaciones señalan que para aumentar los beneficios de cualquier rutina aeróbica lo ideal es combinarla con un trabajo de fuerza, en especial cuando el objetivo es -además de tonificar los músculos- adelgazar.
El sitio Terra publicó que "trabajo de fuerza" no significa levantar pesos imposibles, sino que se trata de hacer ejercicios localizados (como los abdominales o el trabajo de glúteos) y añadirles un peso "extra" que bien puede ser una botellita de agua mineral o mancuernas (pequeñas pesas) de 1/2 kilo para trabajar brazos y espalda, o usar pesitas con velcro ajustadas a los tobillos para hacer una caminata más energizante.
La intensidad dependerá de su nivel de entrenamiento, y deberá aumentar progresivamente.
El trabajo con pesas tiene el beneficio doble de no sólo "quemar grasa" en el momento de la ejercitación, sino además poner en marcha un mecanismo orgánico a través del cual el cuerpo continúa haciéndolo aún después del entrenamiento.
La mejor forma de bajar de peso y mantenerse es armar una rutina que combine el movimiento aeróbico con un trabajo de fuerza.
Para poner en marcha una rutina combinada, en primer lugar es importante seleccionar el tipo de actividad que disfruta. A partir de eso, organizar un plan semanal que reserve al menos 30 minutos de la jornada para dedicarse al movimiento.
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