Según informaron investigaciones recientes, las mujeres que no toman píldoras de control de natalidad ganan más de masa muscular ante el mismo entrenamiento que aquellas que sí se cuidan con contraceptivos orales
Las mujeres jóvenes que quieren una silueta escultural y musculosa tendrían que evitar las píldoras anticonceptivas, informaron el viernes investigadores de Estados Unidos.
El equipo halló que las mujeres que no tomaban píldoras de control de natalidad ganaban un 60% más de masa muscular después de un programa de entrenamiento de 10 semanas, comparado con aquellas que sí se cuidaban con contraceptivos orales. El estudio, dirigido por Chang-Woock Lee y Steven Riechman, de la Texas A&M University, y Mark Newman, de la University of Pittsburgh en Pennsylvania, se presentará este fin de semana en un encuentro de la Sociedad Estadounidense de Fisiología en Nueva Orleans.
Los expertos estudiaron a 73 mujeres saludables de entre 18 y 31 años que completaron un programa de entrenamiento de resistencia para todo el cuerpo. La mitad tomaban anticonceptivos y la otra mitad no.
Las mujeres fueron animadas a comer proteína para asegurarse de que tenían suficientes proteínas y calorías para crear músculo.
Ambos grupos se ejercitaron tres veces a la semana bajo supervisión, realizando el mismo número de ejercicios y con la misma intensidad. Al finalizar las 10 semanas, la mujeres que no tomaban anticonceptivos orales habían generado mucho más músculo.
Las muestras de sangre tomadas antes y después del período de entrenamiento mostraron que las participantes que tomaban píldoras tenían niveles inferiores de las hormonas que ayudan a la formación del músculo, como la testosterona, y bastante superiores de las que lo destruyen, como el cortisol.
En un comunicado, el equipo dijo que los anticonceptivos parecen tener un efecto negativo en la capacidad de las mujeres para crear músculos alargados, pero añadieron que serían necesarios más estudios para explicar los motivos.
miércoles, 22 de abril de 2009
El desayuno, la clave para regular el hambre y el consumo de calorías
La primera comida del día resulta elemental a la hora de controlar la sensación de hambre a lo largo del día. Qué debe incluir para aumentar sus beneficios nutricionales
Nada mejor para regular mejor la dieta es saber elegir un buen desayuno, según lo sugiere una serie de estudios presentados en los EEUU, que aporta nuevas evidencias acerca de cómo está comida ayuda a regular la ingesta de calorías a lo largo del día.
Entre otros estudios se destaca uno presentado por la investigadora María Luz Fernández, Profesora del Departamento de Ciencias Nutricionales de la Universidad de Connecticut que trabajó comparando diversos tipos de desayunos y su influencia en la conducta alimenticia al largo del día, según publicó el sitio Periodismo.com.
Los investigadores revelaron que aquellas personas que desayunaban bien tenían altas probabilidades de consumir menos calorías a lo largo de la siguiente 24 horas y de informar que sentían menos hambre durante las siguientes horas.
Estos estudios se complementan con otros realizados por profesionales de la Universidad de Kansas, que se centraron en estudiar qué pasaba con el consumo de los adolescentes que se saltaban normalmente la primer comida del día.
Los adolescentes que tomaban cotidianamente un desayuno rico en proteínas, tendían a consumir menos calorías a la hora del almuerzo y su sensación de hambre tras cada comida era mucho menor que en aquellos que consumían un desayuno bebido o con una escasa proporción de proteínas, concluyeron los investigadores.
Nada mejor para regular mejor la dieta es saber elegir un buen desayuno, según lo sugiere una serie de estudios presentados en los EEUU, que aporta nuevas evidencias acerca de cómo está comida ayuda a regular la ingesta de calorías a lo largo del día.
Entre otros estudios se destaca uno presentado por la investigadora María Luz Fernández, Profesora del Departamento de Ciencias Nutricionales de la Universidad de Connecticut que trabajó comparando diversos tipos de desayunos y su influencia en la conducta alimenticia al largo del día, según publicó el sitio Periodismo.com.
Los investigadores revelaron que aquellas personas que desayunaban bien tenían altas probabilidades de consumir menos calorías a lo largo de la siguiente 24 horas y de informar que sentían menos hambre durante las siguientes horas.
Estos estudios se complementan con otros realizados por profesionales de la Universidad de Kansas, que se centraron en estudiar qué pasaba con el consumo de los adolescentes que se saltaban normalmente la primer comida del día.
Los adolescentes que tomaban cotidianamente un desayuno rico en proteínas, tendían a consumir menos calorías a la hora del almuerzo y su sensación de hambre tras cada comida era mucho menor que en aquellos que consumían un desayuno bebido o con una escasa proporción de proteínas, concluyeron los investigadores.
miércoles, 8 de abril de 2009
Sesenta minutos de ejercicio semanal, la diferencia para un corazón sano
Según un reciente estudio, apenas 30 minutos de ejercicio dos veces por semana pueden reducir más del 10% el riesgo de hospitalización o muerte en pacientes con insuficiencia cardíaca
El trabajo presentado en la reunión anual de American College of Cardiology asegura que con más ejercicio, el beneficio es aún mayor. "No demanda mucho hacer una gran diferencia en el nivel de riesgo", dijo a Reuters Health el autor principal del estudio HF-Action, doctor Steven J. Keteyian, de Henry Ford Hospital, en Detroit, Michigan.
En el HF-ACTION, 2.331 pacientes con insuficiencia cardíaca moderada o grave recibieron al azar una terapia farmacológica estandarizada con o sin un programa de ejercicio supervisado.
Ese programa incluía andar en una bicicleta fija o caminar durante 30-40 minutos, tres veces por semana, bajo supervisión especializada, hasta alcanzar 36 sesiones. Luego de 18 sesiones supervisadas, los participantes recibieron un monitor de la frecuencia cardíaca y una cinta para caminar o una bicicleta fija, y el equipo les pidió que ejercitaran dos días más por semana en el hogar.
El objetivo final era que, después de tres meses, ellos hicieran 120 minutos de ejercicio por semana. Sólo el 35 por ciento de los pacientes en el grupo que había hecho ejercicio alcanzó ese objetivo en los dos años y medio de seguimiento, precisó Keteyian.
"Los principales resultados del HF-Action demostraron que el ejercicio produjo una disminución modesta del riesgo de muerte u hospitalización por cualquier causa, una reducción modesta del riesgo de muerte u hospitalización por insuficiencia cardíaca y una mejoría modesta del estado de salud y de la capacidad física", destacó.
"Caminar a una velocidad de 3 km/h durante 30 minutos, 3 veces por semana, redujo un 17 por ciento () la mortalidad y la hospitalización por insuficiencia cardíaca", agregó. Hacer 40 minutos de ejercicio durante cuatro días por semana redujo un 26 por ciento las complicaciones y la tasa de mortalidad.
"El estudio demuestra que mientras que un poco de ejercicio es bueno para los pacientes con insuficiencia cardíaca, hacer un poco más es aún mejor. Estos resultados nos ayudan a comprender mejor cuánto ejercicio se necesita para reducir la probabilidad de hospitalización o muerte de los pacientes", comentó Keteyian.
El trabajo presentado en la reunión anual de American College of Cardiology asegura que con más ejercicio, el beneficio es aún mayor. "No demanda mucho hacer una gran diferencia en el nivel de riesgo", dijo a Reuters Health el autor principal del estudio HF-Action, doctor Steven J. Keteyian, de Henry Ford Hospital, en Detroit, Michigan.
En el HF-ACTION, 2.331 pacientes con insuficiencia cardíaca moderada o grave recibieron al azar una terapia farmacológica estandarizada con o sin un programa de ejercicio supervisado.
Ese programa incluía andar en una bicicleta fija o caminar durante 30-40 minutos, tres veces por semana, bajo supervisión especializada, hasta alcanzar 36 sesiones. Luego de 18 sesiones supervisadas, los participantes recibieron un monitor de la frecuencia cardíaca y una cinta para caminar o una bicicleta fija, y el equipo les pidió que ejercitaran dos días más por semana en el hogar.
El objetivo final era que, después de tres meses, ellos hicieran 120 minutos de ejercicio por semana. Sólo el 35 por ciento de los pacientes en el grupo que había hecho ejercicio alcanzó ese objetivo en los dos años y medio de seguimiento, precisó Keteyian.
"Los principales resultados del HF-Action demostraron que el ejercicio produjo una disminución modesta del riesgo de muerte u hospitalización por cualquier causa, una reducción modesta del riesgo de muerte u hospitalización por insuficiencia cardíaca y una mejoría modesta del estado de salud y de la capacidad física", destacó.
"Caminar a una velocidad de 3 km/h durante 30 minutos, 3 veces por semana, redujo un 17 por ciento () la mortalidad y la hospitalización por insuficiencia cardíaca", agregó. Hacer 40 minutos de ejercicio durante cuatro días por semana redujo un 26 por ciento las complicaciones y la tasa de mortalidad.
"El estudio demuestra que mientras que un poco de ejercicio es bueno para los pacientes con insuficiencia cardíaca, hacer un poco más es aún mejor. Estos resultados nos ayudan a comprender mejor cuánto ejercicio se necesita para reducir la probabilidad de hospitalización o muerte de los pacientes", comentó Keteyian.
Hablar de sexo en el trabajo deprime
Ni chistes verdes, ni insinuaciones, ni discusiones sobre problemas sexuales. Llevar el sexo al trabajo mina la moral de los empleados, hasta el punto de que pueden deprimirse, faltan más días y se sienten menos valorados. Y estos síntomas se dan incluso en aquellos que más se ríen con las bromas picantes.
Esta es una de las conclusiones de un estudio realizado por investigadores de la Rotman School of Management de la Universidad de Toronto (Canadá) y de la también canadiense Sauder School of Management de la Universidad de British Columbia.
Los autores de dicho estudio buscaban el efecto del comportamiento sexual en el lugar de trabajo. Para ello, tuvieron en cuenta tanto las bromas de contenido sexual, las insinuaciones entre compañeros de trabajo, las discusiones que pudiesen mantenerse sobre problemas sexuales o incluso el flirteo entre empleados.
El objetivo de todo ello era observar si hombres o mujeres, indistintamente, obtenían algo positivo de estas conductas. Pero ni disfrute ni fortalecimiento de los lazos afectivos. Todo lo contrario.
Los investigadores descubrieron que sólo un 25 por ciento de los trabajadores que se exponen a este tipo de conductas las encuentra divertidas, mientras que la mitad se muestra más bien aséptico ante ellas.
Sin embargo, incluso aquellos trabajadores que disfrutan de un buen chiste verde o de los flirteos con otros empleados muestran síntomas negativos. Así, según el estudio, presentan más tendencia a faltar a su puesto de trabajo, se sienten menos valorados e incluso presentan síntomas de depresión más frecuentemente que otros empleados a los que las bromas picantes les dejan indiferentes.
Los resultados, que sirven para hombres y mujeres y que han sido publicados en el Journal of Applied Psychology son, a juicio de uno de los coautores del estudio, la profesora Jennifer Berdahl, un "sabio consejo" tanto para los jefes como para los empleados: el sexo, y todo lo relacionado con ello, mejor dejarlo al margen del trabajo.
"En nuestra cultura, la sexualidad tiene connotaciones de dominación, subordinación y vulnerabilidad", señala Berdhal, que considera que si "frecuentemente, una comportamiento dominante" provoca que la otra persona se amilane "¿por qué llevar este tipo de conducta al trabajo?", se pregunta.
Esta es una de las conclusiones de un estudio realizado por investigadores de la Rotman School of Management de la Universidad de Toronto (Canadá) y de la también canadiense Sauder School of Management de la Universidad de British Columbia.
Los autores de dicho estudio buscaban el efecto del comportamiento sexual en el lugar de trabajo. Para ello, tuvieron en cuenta tanto las bromas de contenido sexual, las insinuaciones entre compañeros de trabajo, las discusiones que pudiesen mantenerse sobre problemas sexuales o incluso el flirteo entre empleados.
El objetivo de todo ello era observar si hombres o mujeres, indistintamente, obtenían algo positivo de estas conductas. Pero ni disfrute ni fortalecimiento de los lazos afectivos. Todo lo contrario.
Los investigadores descubrieron que sólo un 25 por ciento de los trabajadores que se exponen a este tipo de conductas las encuentra divertidas, mientras que la mitad se muestra más bien aséptico ante ellas.
Sin embargo, incluso aquellos trabajadores que disfrutan de un buen chiste verde o de los flirteos con otros empleados muestran síntomas negativos. Así, según el estudio, presentan más tendencia a faltar a su puesto de trabajo, se sienten menos valorados e incluso presentan síntomas de depresión más frecuentemente que otros empleados a los que las bromas picantes les dejan indiferentes.
Los resultados, que sirven para hombres y mujeres y que han sido publicados en el Journal of Applied Psychology son, a juicio de uno de los coautores del estudio, la profesora Jennifer Berdahl, un "sabio consejo" tanto para los jefes como para los empleados: el sexo, y todo lo relacionado con ello, mejor dejarlo al margen del trabajo.
"En nuestra cultura, la sexualidad tiene connotaciones de dominación, subordinación y vulnerabilidad", señala Berdhal, que considera que si "frecuentemente, una comportamiento dominante" provoca que la otra persona se amilane "¿por qué llevar este tipo de conducta al trabajo?", se pregunta.
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